Después de haber estado hablando sobre distintos espacios culturales en clase (templos, óperas, teatros...) me vino a la cabeza uno de los teatros que más próximos tengo respecto a donde vivo. Se trata, ni más ni menos, del Teatro Arriaga de Bilbao (Vizcaya), donde tuve la gran suerte de ver mi primera obra teatral.
Se trata de un edificio neobarroco de finales del siglo XIX, obra del arquitecto Joaquín de Rucoba y dedicado al compositor bilbaíno Juan Crisóstomo de Arriaga.
Juan Crisóstomo de Arriaga nación en Bilbao en 1806 y fue un compositor vasco de músicca clásica apodado el "Mozart español" debido a las grandes dotes musicales que presentaba ya desde niño, así como su prematura muerte con tan solo diecinueve años de edad.
El Teatro Arriaga es uno de los principales teatro bilbainos y de los edificios más notables de la villa. Ha sufrido diferentes alteraciones que han obligado a su reconstrucción y reforma, desde el incendio de 1914 hasta las inundaciones de 1983.
Aún así, no es el primer teatro que ocupa esos terrenos. Para conocer mejor su historia, tenemos que remontarnos a 1834, cuando se inaugura en el mismo lugar el denominado "Teatro de la Villa", que se cedió a un grupo de capitalistas que se asoció para su explotación comercial. Más tarde, su poder recayó sobre Luciano Urízar Echevarría, y fue con este empresario con quien el teatro alcanzó su máximo esplendor.
En 1883 comenzaron las reformas, cuando se sustituyó por otro edificio más moderno y amplio ya que se había quedado pequeño ante el crecimiento que estaba realizando la ciudad de Bilbao y dado a que el viejo teatro había sido dañado en las Guerras Carlistas. Tres años después, en 1886 se comenzó a derribar el teatro para comenzar un nuevo edificio que tuviese una aforo de 1.500 butacas y en el que se utilizarían sus bajos para poner establecimientos comerciales. El proyecto fue confiado al arquitecto Joaquín Rucoba y Octavio de Toledo quien reorientó el edificio y amplió los muelles vecinos haciendo que la nueva edificación superase las oposiciones de algunos vecinos que temían que se obstaculizara el trabajo en los muelles y la ventilación de la calle Bidebarrieta.
Después de cuatro años de trabajos, el 31 de mayo de 1890 se inauguró el nuevo teatro que tomó el nombre de la plaza en la que se encuentra, plaza de Juan Crisóstomo de Arriaga. El espectáculo que se representó fue la ópera La Gioconda, de Amilcare Ponchielli.
La instalación cultural estaba dotada de la tecnología más moderna de al época, entre la que destacaba la iluminación eléctrica y la posibilidad de poder seguir las actuaciones musicales desde casa por teléfono mediante el pago de una cuota de 15 pesetas por actuación.
El 22 de diciembre de 1914 un incendio destruyó el edificio cuando actuaba en él la compañía de zarzuela de Salvador Videgain García. Aqui os dejo en enlace a un breve artículo donde explica con claridad el devastador incendio que vivió el teatro, para muchos un incendio provocado, que arrasó con todo e incluso hizo que se replantearse la reconstrucción del teatro. Lograron sacar con vida a las 4 personas que vivían en el edificio, aunque la compañía teatral de la Zarzuela lo perdió todo, utilería, vestuario, decorados...
Se encargó la reconstrucción al arquitecto Federico de Ugalde, quien replantó el proyecto original para dotarlo de mayor amplitud y seguridad.
Dos años después, el 5 de junio de 1919 se entrenaron las nuevas instalaciones. Para la ocasión se escogió la ópera Don Carlo de Giuseppe Verdi. El Arriaga fue considerado como un teatro de primera, quedando dentro del circuito principal que realizaban las mejores compañías del momento en el país.
En 1924 la gestión del teatro Arriaga pasó a las manos de la familia Diestro, que se lo arrendó a la Sociedad Anónima Nuevo Teatro de Bilbao. Los Diestro se mantuvieron en la gestión de la sala hasta el año 1963, en el que se hizo cargo de la misma la empresa de espectáculos Trueba, que se mantuvo al frente de su explotación hasta que en 1978 se disolvió la Sociedad Anónima Nuevo Teatro de Bilbao y la propiedad pasó a manos del consistorio bilbaino.
La actividad teatral había decaído mucho, siendo la proyección cinematográfica la actividad principal a la que se dedicaba la sala. Las pésimas condiciones en las que se encontraba el edificio hizo que el ayuntamiento de Bilbao decidiera cerrarlo al público. En 1980 se comenzaron las labores de reparación y restauración. El 23 de agosto de 1983 unas lluvias torrenciales hicieron que se inundease Bilbao, el agua alcanzó el segundo piso del Arriaga y causó grandes daños.
La restauración siguió desalojando los bajos comerciales, que habían quedado arrasados por el agua, y alterando parte del interior de las instalaciones al construir una escalera imperial a dos manos y reorganizar el vestíbulo principal.
El 5 de diciembre de 1986 se reinauguró el teatro que fue gestionado por una sociedad anónima de capital municipal creada el 3 de octubre de ese mismo año.
Actualmente, se destina principalmente a representaciones de teatro, mientras que el moderno Palacio Euskalduna (también en Bilbao) alberga actuaciones de mayor escala y complejidad técnica, de ópera y demás.
Como he mencionado anteriormente, la planta baja se destinó obligatoriamente a tiendas, remarcando el carácter comercial de la zona. De aquí deriva una de las peculiaridades de este teatro, ya que para acceder a la sala los espectadores deben subir dos pisos, cuando lo habitual suele ser subir tan solo uno. De no haberse tomado esta solución, la pendiente del suelo del patio de butacas y el foso de la orquesta, hubiesen inutilizado gran parte de la planta baja para su uso mercantil.
Otro rasgo destacable fue la utilización de hierro en el entramado y elementos sustentantes del edificio como medida destinada a resolver uno de los mayores problemas de los teatros del siglo XIX como eran los incendios, como el que he destacado anteriormente, algo que ya se había realizado en obras tan emblemáticas como el Teatro de la Ópera de París de Garnier de 1875. Sin embargo, a diferencia de este último que se afanó en ocultar el esqueleto de hierro del edificio, el teatro neobarroco de Rucoba muestra todos sus elementos sustentantes metálicos en forma de columnas de orden compuesto de cuya realización se encargaría la empresa siderúrgica bilbaína Santa Ana de Bolueta. Así, el esqueleto del Teatro Arriaga se crea en reflejo y símbolo de una de las principales actividades económicas del Bilbao del momento.
Otro aspecto patente en la arquitectura teatral de este periodo, es que frente al teórico carácter educativo y democratizador del espectáculo teatral, las diferencias de clase quedaban reflejadas en la creación de accesos independientes para al menos dos tipos de público. Así, en el caso del Teatro Arriaga, existían dos entradas por la fachada del edificio destinadas a los más pudientes, mientras que aquellos que iban a paraíso contaban con dos accesos por los laterales que en ningún caso comunicaban con el resto, si no que iban directamente de la calle al quinto piso del edificio.
entrada año 1943
En cuanto a su auditorio, se trata de una construcción exenta de planta trapezoidal que presenta alzados con cuerpo basamental almohadillado, un cuerpo principal de orden gigante con vanos rectangulares y óculos decorados de una manera sobrecargada, y un tercer cuerpo de remate separado del anterior por un cornisa corrida
La parte central de la fachada principal es de forma curvo-convexa, con un balcón corrido sobre ménsulas, y un cuerpo de remate con abundante decoración escultórica, ubicándose en su centro el gran frontón curvo decorado con lira bajo el que se encuentra el reloj. Esta parte central está flanqueada por cuerpos a modo de torrecillas y otros dos cuerpos laterales achaflanados y de menor altura. En estos últimos, así como en fachadas laterales y traseras, los balcones del piso principal se sustentan sobre ménsulas en forma de atlantes o titanes. Se cuenta que estas esculturas se importaron de Francia, donde se producían en serie con el uso de moldes. Son de hormigón imitando piedra.
Hay un palco para autoridades con decoración inspirada en el Orient Express que se abre en ocasiones especiales. También hay dos palcos en el escenario con entrada independiente y sin decoración alguna que se construyeron destinado a las viudas que en aquella época exigían discreción.
Además de su utilidad, también podemos contemplar la gran carga simbólica de este teatro. En este caso, surgió como símbolo del poder económico de la burguesía industrial del Bilbao de finales del siglo XIX. De hecho, como hemos podido ver, el teatro anterior al Arriaga, el viejo teatro de Escondrillas, tuvo una vida muy corta y desde un principio contó con poca aceptación entre los bilbaínos, tal vez porque la austeridad del edificio neoclásico no casaba con los intereses a representar. En definitiva, ha sido un teatro donde han convivió paralelamente fiesta teatral y vida social, además de ser un símbolo de poder económico de la burguesía del periodo.
Finalmente, os voy a dejar un enlace que os llevará a una visita virtual que realmente me parece muy recomendable y que me ha sorprendido un montón por la experiencia que ofrece. En esta visita, se pueden seleccionar las diferentes zonas del teatro, y especificar exclusivamente cual quieres quieres que se proyecte, hasta permitirte la comodidad de elegir la orientación del palco que querrías ver.
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